¡Entrevistando a...Olympia!

junio 01, 2018

Hoy vengo con una entrevista a uno de mis personajes, mi querida Olympia. ¿Raro no? Pero qué mejor forma de saber por dónde irán los tiros, que el ella nos muestre cómo es, a lo mejor os encontráis una pequeña discusión. Mi personaje es un poco rebelde...

Mel: Bienvenida Olympia, me gustaría preguntarte, ¿por qué crees que deberían conocer tu historia?


Olympia: Estoy un poco nerviosa, es la primera entrevista que me hacen. Bueno, no, no estoy nerviosa por hablar, porque yo hablo hasta por los codos, lo que me incomoda es que tu sangre huele demasiado bien, Melanie. Y Carel está demasiado ocupado salvando al mundo para alimentarme. Como no vayas rapidito, de aquí no sales enterita, mona...

Mel: Vale, me parece perfecto, pero ¿podrías responder a mi anterior pregunta?

Olympia: Oh, sí. Lo siento. La pregunta. ¿Cuál era? Joder, puta sangre...

Mel: ¿Que por qué crees que deberían conocer tu historia? (Está espesita hoy la pobre).

Olympia: Pues por que sí. Porque conmigo pasaran por todos los momentos habidos y por haber. Soy una vampira sedienta de sangre a la que le encanta la guerra, la lucha, y como no, el sexo. Todo en la vida hay que decirlo y yo no me escondo ante nada ni nadie. Bueno sí, escondo mi condición a la humanidad, pero eso es de cajón, aunque alguna que otra vez debo reconocer que se me fue la pinza y casi hago que nos descubran a todos. Ahora no vayas a ser tú la que nos delate a la humanidad, por que te aseguro que no saldrás con vida. Bastante esfuerzo estoy haciendo yo en mantener la calma, como para que tú y tu afán de darme a conocer, se convierta en el aliciente para que la humanidad descubra una verdad que no debe salir jamás a la luz.

Mel: Eh, relaja la raja maja, que al fin y al cabo soy yo quien escribo sobre ti y puede cortarte el pescuezo a la primera de cambio.

Olympia: ¿Me estás amenazando?

Mel: ¿Lo estoy haciendo?

Olympia: ¡Uy lo que me ha dicho! No busques guerra conmigo, pelirroja, porque la encontrarás. Y te recuerdo que yo soy vampiro y tú una simple humana con una fecha de caducidad que cada día está más próxima de llegar.

Mel: ¡Mira cómo tiemblo! Pero bueno, estás aquí para responder, no para discutir conmigo, de eso ya tendremos tiempo mientras te puteo en todos los libros.
Háblame de Carel. Todo el mundo sabe que es un arrogante, sexy, que vuelve locas a las tías. ¿Cómo te tomas que el resto de féminas del planeta se quede con la boca abierta al verlo?


Olympia: Tremendamente mal. Carel es mío y quien lo mire que se despida de los ojos. Soy muy posesiva con lo que me pertenece. Ni perdono, ni olvido. Así que si alguna lectora quiere llevarse a MI Carel a la cama, que se prepare para morir, porque la zorra que llevo dentro (y que sale muy a menudo últimamente), va a matar a aquella que ose acercarse a él.

Mel: Yo quiero llevármelo. ¿También me matarías?

Olympia: Por supuesto, tú no te libras. Aunque lo hayas creado, lo has creado única y exclusivamente para mí, así que no te salvas. Ni siquiera te permito que tengas sueños húmedos con él, porque apareceré para perturbar tu descanso, y te aseguro que nunca dormirás bien.

Mel: Eso ya lo veremos. Hay muchas cosas todavía por ver. Te recuerdo que tu historia comienza con "Recuerdos" y continúa con "La búsqueda", pueden pasar muchas cosas que ni tú misma te imagines. Y después viene "Inframundo". ¿Qué crees que voy a hacer contigo?


Olympia: Putearme. Se te ve en la cara de bruja que tienes. Te gusta hacérmelas pasar putas y te enorgulleces de ello. Eres mala. Muy mala, todo el mundo que te lee lo sabe. Haces lo posible por joderme la vida solo para que tus historias tengan una acción desbordante que hace que el lector tenga que seguir leyendo, buscando esos momentos felices que llegan con cuenta gotas. ¡Perra!

Mel: Creo que no soy tan mala como tú.

Olympia: Oh, por supuesto que sí. Solo que lo escondes, pero sabes que soy tu lado malo. Soy el lado oscuro que todo ser lleva arraigado en su interior, y como castigo a mis fechorías, me puteas sin parar.

Mel: Vale, Oly, lo admito. A veces me gustaría ser cómo tú, pero como no lo soy, te puteo. ¿A qué mola?

Olympia: Pues no.

Mel: Claro que sí. A los lectores les gusta la acción, y contigo puedo tener toda la que quiera porque eres tan activa, loca, histérica, maníaca...

Olympia: ¡Vale, Vale, Vale! Sin faltar, ¿eh?

Mel: No te estoy faltando. ¿Es qué acaso he dicho algo que no fueras?


Olympia: La verdad es que no. Soy eso y mucho más. ¿Pero me adoras no? Me quedo con eso. Soy como soy y no voy a cambiar por nadie. Adoro matar, adoro vivir la vida a mi manera. Disfruto haciendo lo que me da la gana y nada ni nadie me impedirá que lo haga. A no ser que a tí se te ocurra cambiarme por completo y convertirme en una idiota redomada...


Mel: Tranquila, nunca te cambiaría. Perderías toda la gracia, nena. Tu mala leche te salva. ¿Y si Carel te pidiera que cambiaras?

Olympia: Jamás. Podría cambiar ciertas cosas de mí misma, o lo intentaría hacer. Pero llevo siendo así tres mil doscientos años y me gusta, aunque a veces Nathan tenga razón y sea demasiado impulsiva. El pobre me ha soportado más que nadie. Si excluímos al capullo de Arestos, que también ha aguantado lo suyo conmigo, pero el muy cabrón tenía sus motivos para hacerlo y eso es lo que vamos a descubrir en El grimorio de los dioses.


Mel: Sí. Por supuesto que los tenía, porque sino, como para aguantarte. Una pregunta un tanto íntima, ¿qué sientes cuando matas a una de tus victimas?

Olympia: Placer, excitación. Es increible sentir como la sangre circula por mi garganta hasta llegar a mi estómago y comienza a darme fuerza y energía para continuar haciéndolo. Mmm... es pensarlo y quiero morderte. ¿Me das un poquito de tu sangre?

Mel: ¡Y una mierda! Que eres incapaz de parar. Nos conocemos Olympia, no me pongas esos ojitos de niña buena porque todos sabemos cómo eres. ¿Hay algo que nadie sepa sobre ti?

Olympia: Hay muchas cosas sobre mí que nadie sabe. Incluso ni yo misma las sé. Tú eres quién lo sabe todo sobre mí, aunque hay algo, que sí podría decirte sobre mí que sé, y que poca gente sabe (menudo lío con el verbo ser me estoy haciendo). En el fondo tengo corazón ¿sabes?, no soy tan mala como puedo aparentar. Me gusta serlo, ahora no vayáis a pensar que soy una debilucha, pero como todo el mundo, tengo también mi lado bueno aunque escasee en mi personalidad. Quien más lo conoce es Nathan y espero que seas tan amable de dejarlo demostrado en tus maravillosos libros. No quiero que la gente me vea como una zorra sin sentimientos, porque aunque no lo parezca por los fuertes muros que tengo construidos a mi alrededor, los tengo.

Mel: ¡Vaya pero si parece tierna y todo!

Olympia: ¡Oh cállate, zorra!

Mel: Mírala esta... ¡Qué poco respeto le tiene a su creadora! Será mejor que te vayas largando. Veo tus colmillos sobresalir de tus labios y sé lo que viene después de eso.

Olympia: ¿Ya? ¿Tan pronto? ¿No me dejas probarte?

Mel: Ehm.. NO. ¡Deja de acercarte! ¡Socorrooooooo!

Olympia: Espero que hayáis pasado un rato divertido conmigo. No he dicho mucho sobre mí, pero me lo he pasado pipa. Me parece que Melanie no tanto...¡Muahahahahaha! ¿A qué os quedáis sin el libro Olympia? Puede que sea lo mejor, ¿a quién le va a interesas conocer mi pasado tan negro?

Mel: ¡Y una mierda! ¡Zorra!

Olympia: ¡Ups! Se desmayó. Adios a todos. Hasta la próxima.


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